Margot Dean

Margot Dean nació el día que mi otra personalidad murió. El día que me despojé de todo lo que me hacía daño y el día que dejé de engañarme. Entonces llegó ella.
Margot es la elegancia y la exuberancia. Es una sonrisa bonita.
El apellido, Dean, es la rebeldía, la mirada perdida y los recuerdos en blanco y negro. Aquellos que son tristes.
Margot Dean es una nota musical, esa que sólo se puede encontrar en una buena canción. De esas que ya no quedan. Es un punteo de guitarra y la magia de un concierto. Es cerrar los ojos y sentir la oscuridad. Es un sitio dónde esconderme de mí misma. Un pseudónimo, una etiqueta más para todos aquellos que les gusta guardar a la gente en sus cajones de sastre.
Es una seña de identidad, un alter ego. Un ser egoísta.
Es ver amanecer con alguna copa de más.
Es quererlo todo y quererlo a la vez. Sentirse grande y sentirse pequeño en el mismo momento. Es sentirse atado aunque no haya cuerdas de por medio. Sentirse débil, sentirse mal. Sentir que algo no encaja dentro de ti.
Margot Dean es hacerse una herida y chuparse la sangre para que deje de manar. Es sentir su sabor y conocer el sabor que deja la derrota. Es que te gusten los tragos amargos y lentos para así poder regodearte en la Tristeza.
Es no tener miedo al qué dirán. Atreverme a hacer lo que nunca haría con mi propio nombre.
Es mandar a todos y a todo a la mierda y empezar de cero. Sonreír y ver en el espejo lo que siempre quise ver.
Es poder decirte que cuando necesite azúcar para endulzar mi vida, te llamaré. Pero que de momento me gusta que sea amarga
Margot Dean puedes ser tú. Sólo tienes que querer serlo y dejarte llevar, dejarte soñar. Desnudarte ante ti y quitarte todos los pre y perjuicios.
Es dejarse caer sin miedo a estrellarse.
Es aprender a volar. Muy alto y muy lejos de aquí.
Soy yo misma.
Margot Dean esta en cada gesto, en cada mirada. En todas y cada una de las heridas que nunca cicatrizan ni cicatrizarán.